Una empollerada con rostro mortecino, mirada indescifrable, imagen difusa. Extraviada tras la propia confusión de su entorno azul y... ¿Actitud mortal? En el universo del pintor Heriberto Estribí, lo festivo no es necesariamente alegre, las sonrisas pueden ser insinuaciones de llanto y hasta la inocencia parece maliciosa, tras la mirada intrigante de una pequeña indígena. Según el artista, este es un aporte de su obra, un enfoque distinto de lo regional. Una secuencia de imágenes transfiguradas por técnicas menos tropicales, nacidas en el calor de una Europa llena de interrogantes, que en su momento trataron de responder los maestros del impresionismo Monet, Manet, Gauguin, Renoir y Matisse.
Heriberto Estribí es un pintor formal de reciente manufactura, que inició sus estudios siendo un mozalbete, en 1984 bajo la tutela del maestro Rossania. Luego pasó por talleres del Centro de Arte y Cultura del INAC y a los 16 años participó en su primera colectiva: "Nuevos Artistas de las Escuelas del INAC".
Hasta ese momento, su obra no aportaba elementos innovadores a la plástica. Se componía de una serie de bodegones, sin perspectivas diferentes, en fondo oscuro e iluminación convencional. Fue hasta su encontronazo con la cultura alemana, que los cimientos de su visión acartonada se derrumbaron, severamente impactados por las técnicas de los maestros germanos que vio en los museos de Bonn. Fue el momento en que Estribí decidió sumergirse en las salas de esos museos y analizar el trabajo de los impresionistas franceses que se exhibían en el E.G. Buehrle Collection Museum de Zurich, Suiza y lo mejor de lo mejor que pudo encontrar en el Metropolitan Museum of Art y el Museum of Modern Art de Nueva York.
En plan de autodidacta y haciendo infinidad de preguntas a los eruditos, Heriberto Estribí comenzó a interpretar los impulsos internos de los creadores de las escuelas que deseaba entender y empezó a encontrar las razones para desarrollar la técnica de su impresionismo monocromático, aplicado en el mundo de los indígenas locales y nuestro folklore con resabios ibéricos.
En su más reciente exposición (que de hecho, es su primera individual), presentó una veintena de óleos, con un poco de su cada cual. Viajó desde el impresionismo que tanto adora, hasta las oscuras rutas del abstracto y su "Porvenir", una pintura donde no sabemos si conmovernos o preocuparnos por el entorno del pequeño protagonista, envuelto en un mundo ambivalentemente oscuro y vivo, entre las insinuaciones tétricas del azul profundo y los latidos vívidos de un rojo intenso y una pequeña luz en un rincón a la que nuestro personaje central mira con aparente esperanza.
Antes que recomendar la atención a obras específicas, (aunque no puedo dejar de manifestar mi inclinación por "Selva Virgen", "Etnia Vigilante" y "Atardecer en Boquete") recomiendo que observen cada una de estas y sométanla a la prueba de los sentidos: Si escuchan una pequeña voz que les invita a sentir melancolía, compasión o alegría por los personajes del teatro de la vida de Heriberto Estribí, la comunicación con el artista se habrá concretado. Y si tienen oportunidad, háganselo saber a él. Será una satisfacción mutua que se brindarán.